Cómo los Estados Unidos crearon el poder industrial y económico de Alemania, Japón y la Unión Europea

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Por Katia Novella Miller

Tras el proceso de integración europea, la así llamada Unión Europea, y el éxito de las economías industriales exportadoras de Japón y Alemania yace un duradero y sostenido esfuerzo de los Estados Unidos. De hecho, son el producto de una planificada agenda estadounidense.

Para entenderlo, hagamos un salto a los años precedentes a la segunda guerra mundial.


 


En los años ’30 del 1900, antes de la segunda guerra mundial, gran parte del mundo hacía cuentas con la Gran Depresión (1929-1939), que comenzó con un desplome de la bolsa de valores en Estados Unidos en 1929. Los gastos de los consumidores y las inversiones cayeron provocando un profundo descenso de la producción industrial y del empleo – no muy distinto a lo que está sucediendo en gran parte del mundo occidental actualmente. ”Una depresión global que no terminó con el New Deal (2) del presidente estadounidense Roosevelt o con las políticas que pusieron en acto los otros países para superarla – sino con la carnicería de la segunda guerra mundial”.

”En Estados Unido la guerra había liberado las finanzas de cualquier constricción y el gobierno gastaba dinero sin ponerse límites. La deuda federal se duplicó y el pesimismo de la gente fue superado. Antes de que Alemania y Japón fueran vencidos, las viejas fábricas estadounidenses producían nuevamente, nuevas factorías habían sido fundadas, se realizaban innovaciones, la producción registraba aumentos y los negocios prosperaban de nuevo” (3). Pero cuando la guerra terminó, el pánico comenzó otra vez.

En ese momento la preocupación principal se volvió: ¿cómo evitar una nueva recesión? ¿Cómo mantener la bonanza alcanzada – por los Estados Unidos – durante la guerra?

Protesta en Alemania Occidental en 1947: ”Queremos carbón. Queremos pan”.

Por entonces el sistema económico de Europa occidental y su infraestructura estaban en ruinas. Europa necesitaba ayuda. Los aliados de Estados Unidos – exhaustos económicamente por la guerra – necesitaban de la asistencia de los Estados Unidos para reconstruir su producción doméstica y para financiar su comercio internacional; en realidad lo necesitaban para sobrevivir. Gran parte de Europa estaba destruida. Los continuos bombardeos aéreos durante la guerra habían seriamente dañado la principales ciudades, los edificios; los establecimientos habían sido golpeados duramente. El flujo del comercio regional había sido interrumpido ya que objetivos de los ataques fueron principalmente las infraestructuras de transporte, los puentes, los ferrocarriles, los muelles, mientras una buena parte de las naves mercantiles habían sido hundidas. Millones de europeos se encontraban en los campos de refugiados, viviendo gracias a las ayudas de diferentes agencias de asistencia. La carencia de alimentos era severa y casi todas las naciones que habían participado en el conflicto habían gastado su riqueza en la guerra.

Los Estados Unidos no sólo salieron de la guerra como los principales vencedores – conjuntamente con Canadá, también como el principal país acreedor – además de Suiza. ”Todas las naciones europeas involucradas en la segunda guerra mundial estaban altamente endeudadas y habían transferido grandes cantidades de oro a los Estados Unidos, algo que indudablemente contribuyó a la supremacía del país norteamericano, ya que hizo que el dólar fuese muy apreciado en todo mundo”.

En 1944, ”antes de que la segunda guerra mundial terminara, todos los aliados se reunieron en Estados Unidos, en la Conferencia de Bretton Woods (formalmente conocida como la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas), donde fue diseñado un nuevo modelo monetario, el Sistema de Bretton Woods, que estableció la centralidad del dólar: por primera vez en la historia todo el comercio mundial se habría basado en el dólar, una única moneda financiada por y desde un único centro: Wall Street”, ¡Nueva York!

Núremberg, Alemania Occidental, 1945.

Los dos temas fundamentales de la conferencia fueron ”el diseño del sistema monetario de la posguerra y la reconstrucción de Europa y Japón. Para generar confianza en el sistema internacional, los Estados Unidos se comprometieron a fijar el dólar con el oro (4) en una tasa de cambio fijo de $ 35 por onza para garantizar a todos la total convertibilidad al oro”.

El sistema de Bretton Woods “dio a la moneda estadounidense – que estaba vinculada al oro y que se había vuelto la única moneda respaldada por el metal precioso – una posición dominante en la economía mundial y permitió al país norteamericano de administrar un déficit comercial sin tener que devaluarla. Prácticamente los arquitectos de Bretton Woods pusieron en pie un sistema de tasas de cambio fijas administrado por una serie de instituciones comerciales recientemente creadas que usaban el dólar como moneda de reserva [en otras palabras el dólar se volvió la moneda-Gold Standard (estándar de oro) para los bancos centrales]. Y en realidad el dólar era mucho mejor que el oro: ganaba intereses y era más flexible que el oro. Esto significó que casi todas las transacciones comenzaron a estar denominadas en dólares y que los otros países habrían fijado sus monedas al dólar – y una vez que la convertibilidad hubiese sido restablecida – habrían vendido y comprado dólares estadounidenses”. Una economía fluida y – no menos importante – ¡un negocio redondo fluido!

“En la conferencia se dieron los primeros pasos para crear colchones absorbentes de shocks internacionales, en el caso la economía estadounidense hubiese sido golpeada por otra crisis. Dos de esas instituciones diseñadas en Bretton Woods existen todavía: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial para la Reconstrucción y Fomento (BIRF), hoy conocido como el Banco Mundial. Y los Estados Unidos, quienes habían contribuido con más dinero para la creación de las dos instituciones, también obtuvieron mayores derechos en la votaciones, pudiendo vetar las decisiones internacionales principales – concernientes al mundo. ¡Nunca antes se había tratado de alcanzar una cooperación monetaria internacional sobre bases institucionales permanentes!”.

Cada institución tenía un rol específico. El FMI, era una institución capitalista que habría corrido a asistir a cualquier país con problemas fiscales, otorgando préstamos sobre condiciones rígidas que habrían asegurado que cualquier déficit en la balanza de pagos habría sido saneado y los préstamos pagados – lo mismo que hace hoy como podemos ver en sus intervenciones en Europa, como por ejemplo en Grecia, o en el así llamado ‘tercer mundo’. Resumiendo, “el FMI habría sido el guardián de las reglas y el principal instrumento de la administración pública internacional. Pionera fue la decisión de repartir entre los gobiernos el derecho al voto no sobre la base del uno a uno, más bien en proporción de las cuotas. Y como los Estados Unidos contribuía más que todos los otros, su liderazgo estuvo asegurado. Los Estados Unidos tenían un tercio de todas las cuotas de fundación del FMI, suficiente para garantizarle el veto sobre cualquier cambio de la constitución del Fondo Monetario Internacional”. El Banco Mundial habría sido, supuestamente, el banco internacional de inversiones con la tarea de canalizar inversiones productivas hacía las regiones destruidas por la guerra, pero, como han señalado historiadores como el estadounidense Howard Zinn, su principal objetivo era promover la inversión en el exterior.

Como los Estados Unidos “controlaban la mayor parte del crédito y lo que se podía ganar de él, en la Conferencia de Bretton Woods la batalla se concentró en la disyuntiva de poner límites – o no – a los países que podían beneficiarse de enormes superávits sistemáticos (lo opuesto de los déficits sistemáticos). Pero los Estados Unidos no estaban interesados a contener su capacidad de manejar grandes superávits comerciales con el resto del mundo. Por lo tanto el resultado de la conferencia fue que el dólar se volvió la moneda internacional y que los Estados Unidos habrían exportado bienes y capitales a Europa y Japón, a cambio de inversiones directas y un mecenazgo político – una hegemonía basada en la financiación directa de centros capitalistas extranjeros a cambio de un superávit comercial estadounidense con ellos”, explica magníficamente Yanis Varoufakis, ex ministro de finanza griego, profesor de economía y escritor (5).

Yanis Varoufakis.

Pero a pesar de todos estos acuerdos favorables, las cosas no eran tan simples. Cuando la guerra llegaba a su fin, todos los países europeos – y el Japón – que habían participado a la guerra tenían enormes deudas con los Estados Unidos, y como consecuencia habían transferido enormes cantidades de oro al país norteamericano. “El capitalismo del posguerra sufría de una enorme carencia de dólares, mientras los Estados Unidos administraban un gigantesco superávit comercial, sus reservas eran enormes y seguían creciendo. Así que era necesario revertir este flujo. A pesar de que todas las naciones querían comprar la exportaciones estadounidenses, el dólar tenía que dejar los Estados Unidos y estar disponible para ser usado internacionalmente para que pudieran hacerlo”. En otras palabras, “los Estados Unidos tenían que revertir los desbalances en la riqueza global administrando un balance comercial deficitario, financiado por la salida de las reservas norteamericanas a las otras naciones (una cuenta estadounidense financieramente deficitaria)”, explica Yanis Varoufakis.

“Además, por entonces mitad de Europa se encontraba bajo el control de los rusos (la armada roja ‘comunista’) y, como en las décadas pasadas, los europeos criticaban abiertamente el sistema capitalista”. Según Varoufakis “fue en ese momento que los New Dealers estadounidenses (2) se dieron cuenta de la oportunidad que tenían de expandir la hegemonía de Estados Unidos a Europa, Japón y a otras zonas asiáticas que aún no estaban bajo su control”.

Gran Bretaña. ”Fue en esa fase histórica que Gran Bretaña fue marginada y perdió su rol dominante hasta en el Oriente Medio rico de petróleo. El Reino Unido tenía que pagar deudas gigantescas a los Estados Unidos. En los primeros años después de la guerra, Washington simultáneamente financiaba insuficientemente a Gran Bretaña y la volvía en un ejecutor menor de las políticas estadounidenses a cambio de un acceso privilegiado de las multinacionales británicas al mercado estadounidense – y mundial – y a cambio de la unión de la City de Londres – principal centro financiero británico – con Wall Street – corazón financiero de Estados Unidos”. Una evolución traumática para la clase dominante británica. De hecho, “el Reino Unido aceptó su nuevo rol subalterno solamente en los años ’50, cuando los políticos comenzaron a reclamar su ‘relación especial’ – colonial, étnica, cultural, económica… – con los Estados Unidos”.

El etiquetado utilizado en los paquetes de ayuda creados y enviados bajo el Marshall.

Pero “la idea de que Alemania y Japón fusen las columnas portantes de la reconstrucción estadounidense de Europa era indignante, escandalosa y ofensiva”. De hecho, en 1946 los aliados – ganadores de la segunda guerra mundial – habían puesto en marcha políticas para obligar a Alemania a desindustrializarse y regresar a una sociedad semi-pastoral.

La reconstrucción del poder de Alemania y Japón.“Cuando Estados Unidos decidió que Gran Bretaña era inadecuada para el rol de liderazgo en Europa, la elección de Alemania y Japón pareció lógica. Después de la segunda guerra mundial ambos países se habían vuelto económica – y políticamente – dependientes (de los Estados Unidos) y estaban militarmente ocupados (por los aliados). Ambos tenían sólidas bases industriales. Y ambos contaban con una población altamente cualificada – y con gente deseosa de hacer un salto y levantarse de la cenizas – y ambos, Alemania y Japón, ofrecían considerables beneficios geoestratégicos contra la Unión Soviética”.

En Japón las cosas fueron más fáciles. Allí los Estados Unidos no tenían que negociar con aliados y podían poner en efecto sus políticas directamente. Después de algunos años convenciendo a Washington de que el Japón no debía ir hacia un proceso de ‘desnazificación’ (6), el general estadounidense Douglas MacArthur, a cargo de la ocupación y administración del país asiático, exoneró al emperador y a las élites políticas, militares y económicas japonesas, y puso en marcha los programas de reconstrucción.

En Europa la resistencia fue más fuerte. “Los aliados cambiaron de opinión sobre la reindustrialización de Alemania con la creciente tensión entre los Estados Unidos y la comunista Unión Soviética, y la consiguiente Doctrina Truman (7). Desde ese momento Alemania Occidental y Japón, las dos naciones industriales derrotadas y conquistadas, se volvieron los pilares de Estados Unidos”, cuenta Varoufakis.

”Alemania Occidental y Japón, las dos naciones industriales derrotadas y conquistadas”

El Programa de Reconstrucción Europea por país (fuente: Wikipedia).

Los primeros pasos de la integración europea: el Plan Marshall. En junio 1947 el Secretario de Estado del presidente estadounidense Harry Truman, George Marshall, dio inicio al Plan Marshall, un cuantioso paquete de ayudas para fomentar la recuperación europea. Durante los primeros años el plan involucró 5,3 mil millones de dólares. Para el 31 diciembre de 1951, cuando terminó, habían sido gastados $ 12.4 mil millones (8).

En un discurso en la Universidad de Harvard, el 5 de junio de 1947, George Marshall afirmó: “el sistema moderno de la división del trabajo sobre el que el intercambio de mercaderías se basa, corre el riesgo de romperse”, refiriéndose al sistema mundial.

“El colapso de la estructura de los negocios en Europa durante la guerra ha sido total. En los próximos tres o cuatro años las necesidades de Europa de alimentos y productos básicos, principalmente estadounidenses, es mucho más grande que su capacidad actual de pagar, por lo tanto debe ser ayudada cuantiosamente o se enfrentará a un deterioro económico, político y social extremadamente grave”.

El plan no era una estrategia desinteresada. Las únicas principales potencias cuyas infraestructuras no habían sido dañadas durante la guerra eran los Estados Unidos y Canadá. Los dos países eran mucho más prósperos que antes del conflicto ‘pero las exportaciones eran un factor menor en sus economías’. Y sin un mercado europeo fuerte para los productos y servicios estadounidenses, muchos políticos creían que la economía norteamericana habría sido incapaz de mantener la prosperidad que había logrado durante la guerra. Fue así que gran parte de las ayudas del Plan Marshall habrían sido utilizadas por los europeos para comprar bienes manufacturados y materias primas de Estados Unidos y Canadá.

Los objetivos del Plan estadounidense Marshall eran la reconstrucción de la regiones destruidas en la guerra, la eliminación de las barreras comerciales y entre los estados, la superación de las regulaciones, la modernización de la industria regional, el fomento y aumento de la productividad, la mejora de la prosperidad europea – lo que significaba consumismo – prevenir el comunismo, modernizar los procedimientos industriales y de negocios de Europa usando modelos de alta eficiencia estadounidenses, y, no menos importante, la colonización cultural de Europa. Por lo tanto el Plan Marshall borró las barreras comerciales y estableció instituciones para coordinar la economía a nivel continental. Como resultado los años entre 1948 y 1952 fueron el periodo de más rápido crecimiento de la historia europea.

La estadounización de las culturas europeas: ‘uno de los efectos del plan fue la sutil (para los europeos) americanización de los países europeos a través de la exposición continua a la cultura popular norteamericana, las películas de Hollywood, el rock n’ roll, etc’, proceso todavía hoy en acto.

Comunismo: ‘las ayudas del Plan Marshall permitieron a las naciones de Europa occidental relajar las medidas de austeridad y racionalización, reduciendo el descontento entre la población y creando una estabilidad política. De esta manera la influencia comunista en Europa occidental fue enormemente reducida; en la región, los partidos comunistas cayeron en popularidad en los años siguientes al Plan Marshall’.

El Plan Marshall supuso también la creación de instituciones fundamentales. En 1948 los Estados Unidos establecieron la Administración Europea de Cooperación (Economic Cooperation Administration, ECA) y, con Europa, la European Economic Cooperation, que se transformó en la que hoy conocemos como Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El Plan Marshall no fue el único canal a través del cual llegaron recursos financieros a Europa Occidental. El país norteamericano había gastado o prestado más de 14 mil millones de dólares (según algunos cálculos) antes del comienzo del plan. Además, había financiado casi completamente y lanzado una serie de esfuerzos humanitarios.

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“La condición para repartir alrededor del 2% de su PIB anual (producto interno bruto) fue la eliminación de las barreras comerciales intra-europeas y el comienzo de un proceso de integración económica que progresivamente se habría centrado en el restablecimiento de la industria alemana”, afirma Yanis Varoufakis. “Por lo tanto, el Plan Marshall puede ser considerado el progenitor de la Unión Europea. De hecho, desde 1947 en adelante, los militares estadounidenses demandaron el total resurgimiento de la industria alemana, especialmente de la minería de carbón (que luego habría adquirido primaria importancia para la seguridad de Estados Unidos)”.

El ex presidente estadunidense y amigo de Truman, Herbert Hoover declaró: “Existe la ilusión de que la nueva Alemania resultante de las anexiones, pueda ser reducida a un estado pastoral. Eso no puede realizarse a menos que exterminemos o movamos de allí a 25.000.000 de personas”. Debería ser resaltado para entender también otras motivaciones, como las de identificación, que una gran porción de los descendientes de europeos en Estados Unidos tenían orígenes alemanas (y, generalmente, germánicos) – y que el apellido Hoover por ejemplo es la anglización del nombre alemán y holandés (dos lenguas hermanas) Huber (como muchos otros apellidos británicos).

Hoover también notó que “toda la economía de Europa está interconectada con la economía alemana a través del intercambio de materias primas y bienes manufacturados. La productividad de Europa no puede ser restablecida sin la restauración de Alemania como contribuyente de esa productividad”. Aunque, habría pasado un poco de tiempo antes de que la reindustrialización de Alemania se volviera un objetivo abiertamente declarado.

”El aliado más hostil a la idea de una Alemania de la posguerra industrializada era Francia (comprensiblemente)”, explica Varoufakis. ”Los franceses pedían que, como había sido acordado antes de 1946, mitad de las capacidades industriales alemanas fueran destruidas, pero al final, el poder de los Estados Unidos los convenció”.

El Predecesores de la Unión Europea y del Euro. “Cuando los Estados Unidos, alrededor del 1947, decidieron que una nueva moneda debía surgir en Europa en suporte del dólar, y que esa moneda habría sido el marco alemán, era solamente una cuestión de tiempo”.

”Alrededor del 1947, los Estados Unidos decidieron que una nueva moneda debía surgir en Europa en suporte del dólar, y que esa moneda habría sido el marco alemán”

”El precio que Francia tenía que pagar por los grandes beneficios del Plan Marshall y por su rol administrativo central en el manejo de todo ese negocio, fue la aceptación gradual de que Alemania se habría restablecida gracias a los Estados Unidos”.


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“A los estudiantes se les enseña que la Unión Europea comenzó como la CECA, pero es un secreto muy bien guardado que fueron los Estados Unidos quienes persuadieron, empujaron, amenazaron y hablaron dulcemente a los europeos para crearla”, cuenta Varoufakis. Prácticamente ”cuando el Plan Marshall comenzó su fase final en 1951, una nueva etapa del plan estadounidense comenzó: la integración de sus mercados y de la industria pesada, que fue conocido como la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) – el precursor de la Unión Europea – una institución que tenía la finalidad de proveer el espacio vital que la renaciente industria de Alemania necesitaba en su territorio circunstante”.

”Una institución que tenía la finalidad de proveer el espacio vital que la renaciente industria de Alemania necesitaba en su territorio circunstante”.

La CECA era el mercado común del carbón y del acero, que unía a Alemania Federal (occidental), Francia, Italia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda. La CECA implicó el desmantelamiento de las barreras comerciales entre estos países para esos productos e instituyó vínculos institucionales supranacionales; su objetivo era regular la producción y los precios. “Como en el otro lado del globo, donde para Japón fue creado un espacio vital, el resto de Europa habría tenido que proveer a las industria de Alemania los mercados que necesitaba”, explica Varoufakis.

“Como en el otro lado del globo, donde para Japón fue creado un espacio vital, el resto de Europa habría tenido que proveer a las industria de Alemania los mercados que necesitaba”

“Sin los Estados Unidos la CECA no se habría concretizado. Contrariamente a la narrativa autoadulatoria europea, según la cual la reunificación europea fue un sueño europeo que se hizo realidad gracias a la diplomacia europea y al deseo de los europeos de dejar atrás el pasado violento del continente, la realidad es que la integración europea ha sido el fruto de una imponente diplomacia estadounidense del más alto orden”.

El principio básico estadounidense (7) para asegurarse la hegemonía global significó “vigilar, curar y nutrir a Alemania y Japón, logrado a través del aseguramiento de una fuerte demanda de los productos industriales alemanes y japoneses en otros países capitalistas. La administración estadounidense creó zonas para el marco alemán y para el yen, la moneda japonesa, para proveerlos de la liquidez inicial necesaria para reencender sus motores industriales y fundó instituciones políticas que habrían permitido a estas dos naciones de volverse los pilares que la zona del dólar requería como sostén a largo plazo, garantizando el abastecimiento energético y de materias primas – y también fuerza de trabajo a bajo precio – a Japón y Alemania”.

El plan era, en ese momento, que “los Estados Unidos mantendrían su gran comercio de la posguerra, y a cambio exportarían su capital de superávit a Alemania y Japón en la forma de inversiones directas, ayudas y asistencia, haciendo posible que ellos comprasen productos estadounidenses. Además se asegurarían de que Japón y Alemania pudiesen mantener una posición de superávits similar a nivel regional (Japón en Asia, Alemania en Europa Occidental), incluso a cuesta de la clase trabajadora estadounidense, como también declarando ‘enemigos de la democracia’ a los ‘movimientos de liberación del tercer mundo ‘ ”, dilucida Varoufakis.

“Se asegurarían de que Japón y Alemania pudiesen mantener una posición de superávits similar a nivel regional (Japón en Asia, Alemania en Europa Occidental)”

La recuperación de las economías industriales-exportadoras de la Alemania y el Japón de la posguerra, como la ‘integración de Europa (UE) ‘, son por lo tanto el resultado de un esfuerzo político y económico sostenido y prolongado de los responsables políticos de los Estados Unidos.

Uno de los tantos posters creados para promover el Plan Marshall en Europa

Anteriormente, en 1948, el Comité Americano para la Europa Unida (ACUE, por su sigla en inglés) había sido fundado. Era una organización estadounidense para contrarrestar la amenaza comunista en Europa a través de la promoción de la integración política europea. Documentos desclasificados gubernamentales estadounidenses habrían mostrado que el ACUE fue un importante financiador inicial sea de la Campaña Europea de la Juventud (European Youth Campaign, EYC por su sigla en inglés), y del Movimiento Europeo, la más importante organización federalista de la posguerra, fundada en 1948 por el conservador británico Winston Churchill, el socialista francés León Blum, el italiano cristiano democrático Alcide de Gasperi y el socialista belga Paul Henri Spaak. En 1958, habría proveído, por ejemplo, el 53,5% de los fondos del movimiento. Ha sido revelado también que el mismo ACUE recibió dinero de las fundaciones Rockefeller y Ford mientras el comité era utilizado para canalizar discretamente fondos de la CIA (en los años del 1950, ACUE percibía alrededor de 1.000.000 de dólares anuales) hacia organizaciones que apoyaban el federalismo europeo, como el Consejo de Europa (Council of Europe, CoE por su sigla en inglés) y la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y la Comunidad Europea de Defensa (CED). Además, el vice-presidente de ACUE era Allen Duller, un director de la CIA en los años ’50. Su consejo incluía a Walter Bedell Smith, el primer director de la CIA y a otros oficiales que se movían entre la CIA y la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos (OSS por su sigla en inglés).

El Comité Americano para la Europa Unida (ACUE) recibió dinero de las fundaciones Rockefeller y Ford y era utilizado para canalizar discretamente fondos de la CIA hacia organizaciones que apoyaban el federalismo europeo

Entre las otras organizaciones que tenían como objetivo la integración europea y que Estados Unidos habría financiado se incluyen el Plan Schuman, la Asamblea Europea, la Organización Internacional, la División Internacional de las Organizaciones (una nueva ramificación de la CIA), el Comité Nacional para la Europa Libre, más tarde conocido como el Comité de la Europa Libre, que controlaba Radio Europa Libre y Radio Libertad – en Asia el Comité para Asia Libre (llamado más tarde la Fundación Asia).

Por lo tanto, parece que la unificación europea fue oficialmente una componente central de las políticas estadounidenses de la posguerra – una condición para el flujo de las ayudas del Plan Marshall, y un proyecto ultra secreto. En efecto, una nota estadounidense del 11 de junio 1965 daba instrucciones al vicepresidente de la Comunidad Europea, el político y economista francés Robert Marjolin, ‘de continuar el proceso de unificación monetaria secretamente, suprimiendo cualquier debate hasta que la adopción de tales propuestas se hubiese vuelto virtualmente inescapable’ (Links: https://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/europe/1356047/Euro-federalists-financed-by-US-spy-chiefs.html ; http://www.voltairenet.org/article184354.html ).

Reconstruyendo eventos lejanos y recientes. El sistema de Bretton Woods fue hecho trizas por el Nixon Shock en 1971, que consistió en una serie de medidas económicas emprendidas por el presidente estadounidense Richard Nixon, la más significativa de todas: la cancelación unilateral de la convertibilidad directa internacional del dólar al oro acordada al final de la segunda guerra mundial. El Nixon Shock produjo instabilidad en la fluctuación de las monedas, provocando la devaluación del dólar y llevando a los países europeos a comenzar a considerar seriamente una colaboración monetaria más cercana, que luego habría conducido a la creación del Euro (€, la moneda de la unión europea) en 1999 y a la creación del G7, una idea de un foro de los países más industrializados que había surgido antes del 1973. Adicionalmente, el fin del sistema de Bretton Woods desencadenó dos décadas de globalización financiera y de especulación, estimuladas por la desregulación, no solo de los mercados monetarios sino también de las reglas bancarias y de inversión. Un aumento de la globalización que ha producido un incremento del número de transacciones internacionales en las décadas recientes y la crisis económica mundial desencadenada en 2008 que el mundo aún está viviendo hoy, creando sufrimiento en gran parte de la población occidental como resultado y el exponencial enriquecimiento de un pequeñísimo porcentaje – el famoso 1% – que se vuelve siempre más rico.

Como vemos, las instituciones y las políticas globales y europeas contemporáneas parecen ser, en gran medida, el resultado de la evolución política de las estrategias y de las instituciones creadas después de la segunda guerra mundial. Por lo tanto no es absurdo preguntarse si simplemente estamos siguiendo el camino diseñado en una agenda política, económica y social de largo plazo, ‘bien’ planificada y llevada a cabo por ‘buenos actores’ (los políticos). Un plan caracterizado por complicidades, conspiraciones, mentiras, cuantiosas omisiones y manipulaciones. Una agenda política vendida e impuesta a nuestras mentes por un periodismo global dominante lleno de incompetentes y funcionarios-sirvientes anti-periodistas y por corruptos divos pseudo intelectuales que brillan bajo los reflectores de los medios de comunicación, y cuyas tareas son entretener, distraer a la población y ser las cámaras de resonancia de gobiernos corruptos vendidos a los altos intereses capitalistas a cambio de alimentar sus egos y llenar sus bolsillos.

“La tarea no consiste tanto en ver lo que aún no ha visto nadie, como en pensar lo que aún no se ha pensado sobre lo que todo el mundo ve”.

Arthus Shopehauer

Notas:

1. El sistema en el que vivimos promueve y crea ignorancia.

2. El New Deal consistió en una serie de programas, proyectos de trabajos públicos, reformas financieras promulgadas por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt entre 1933 y 1936. Fue una reacción gubernamental a la necesidad de alivio, reformas y recuperación provocada por la Gran Depresión.

3. Partidarios de las teorías conspirativas podrían ver fácilmente en este auge económico una de las principales causas de la segunda guerra mundial.

4. Conocido mundialmente como el “patrón oro”.

5. El Minotauro Global de Yanis Varoufakis.

6. ¿Se puede hablar de una verdadera desnazificación cuando muchos relevantes nazis, después de la guerra, ocuparon importantes cargos institucionales nacionales e internacionales y cuando muchas de las impresas alemanas – y de otros países – que constituyeron la base industrial, tecnológica y económica de las atrocidades cometidas por Hitler siguen tranquilamente trabajando y haciendo millones hasta el dia de hoy?

7. Lleva el nombre del presidente estadounidense Harry Truman. Con la Doctrina Truman contrarrestar la influencia soviética se volvió la prioridad absoluta.

8. Su nombre oficial era Programa de Reconstrucción Europea (European Recovery Program), en el que los Estados Unidos dieron más de 12 mil millones de dólares (corresponderían a alrededor de $ 100 mil millones en 2016), en asistencia económica para ayudar a reconstruir las economías de Europa occidental cuando terminó la segunda guerra mundial. El principal receptor del dinero del Plan Marshall fue la Gran Bretaña (recibió cerca del 26% del total), seguido por Francia (18%) y Alemania occidental. Unos dieciocho países europeos se beneficiaron. El Plan Marshall fue sustituido por la Ley de Seguridad Mutua (Mutual Security Act) a finales de 1951; ese nuevo plan repartió anualmente cerca de 7 mil millones de dólares hasta el 1961, cuando fue reemplazado por otro programa. A pesar de la oferta de participar al Plan Marshall, la Unión Soviética rechazó los ‘beneficios’, y también impidió que los países del Bloque del Este lo aceptaran. Los soviéticos sostenían “que los dueños de Wall Street” estaban “tomando el lugar de Alemania, Japón…”. Las condiciones del Plan Marshall para los beneficios no eran negociables: todos los países que utilizaban las ayudas deberían ser evaluados en sus economías independientemente (por instituciones externas) – un nivel de escrutinio que los soviéticos no querían permitir. Los Estados Unidos proporcionaron programas de ayudas parecidos en Asia, que no hacían parte del Plan Marshall.

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