Las raíces del Independentismo Catalán, el nacimiento de la España contemporánea

La unión entre los reinos de Castilla y Aragón.

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Por Katia Novella Miller

Reportaje. Comúnmente se cree que la unión entre Castilla y Cataluña que dio a luz a la España contemporánea comenzó el 19 de octubre de 1469, cuando Fernando rey de Sicilia y heredero del trono de Aragón e Isabel, heredera de Castilla, se casaron en una residencia privada de Valladolid. Una decisión tomada después de una sopesada y fría evaluación por ambas partes, aun así indudablemente una historia aparentemente perfecta para una novela romántica.

Ellos eran los famosos reyes católicos que finalizaron la reconquista de la península ibérica contra los musulmanes y financiaron las expediciones de Cristóbal Colón.

La historia del matrimonio es ésta: pocos días antes del 19 de octubre Isabel, de dieciocho años de edad, amenazada de ser detenida por su hermano Enrique IV de Castilla, fue rescatada de su casa de Madrigal de las Altas Torres por el arzobispo de Toledo y trasportada a la ciudad a la que Fernando – un año más joven que ella – había llegado pocos días antes en un viaje aun más audaz. Acompañado de unos cuantos asistentes disfrazados de mercaderes, había viajado de noche desde Zaragoza y evitado la muerte después de un lance de piedras para encontrar por primera vez a su prometida esposa, cuatro días antes de la ceremonia.

Fernando II de Aragón e Isabel de Castilla.

La pareja era tan pobre que tuvo que pedir dinero prestado para hacer frente a los gastos, y ya que se estaban casando a pesar de que el matrimonio hubiese sido prohibido, necesitaban, y escondidamente obtuvieron, una bula papal de exoneración del respeto de las reglas, que más tarde fue descubierto ser un documento falso fabricado por el padre de Fernando, el rey de Aragón Juan II, el arzobispo de Toledo y por el mismo Fernando”, cuenta el historiador británico John Elliott en su libro España Imperial, 1469-1716.

Y lógicamente habían razones para todo esto. Mucha gente deseaba ansiosamente impedir la ceremonia: el rey de Francia, el rey de Castilla Enrique IV conocido como el Impotente (que era medio hermano de Isabel), las poderosas familias castellanas y la monarquía de Portugal – que se había vuelto un reino independiente en 1139, cuando Alfonso Enrique, conde de Portugal, proclamó la independencia de su feudo del reino de León, uno de los más antiguos reinos de la zona, situado en noroeste de la península ibérica.

Luís XI de Francia veía en la unión de las casas reinantes de Aragón y Castilla una grave amenaza para su país y para sus planes expansionista sobre el territorio aragonés y quería casar a su hijo Carlos de Valois con Isabel. Los castellanos poderosos vehementemente se oponían a tal alianza matrimonial que prometía de reforzar la autoridad de la corona en Castilla y apoyaban la causa de la hija de Enrique IV, Juana la Beltraneja, cuya paternidad había sido puesta en duda también gracias a Isabel, tía de Juana. Mientras que su hermano, el rey de Castilla, quería casar a Isabel con Alfonso V de Portugal y solidificar esa alianza atlántica.

Se sabe poco sobre cómo Isabel tomó tal decisión. Los agentes de Juan II de Aragón eran muy activos en Castilla y el Papa estaba poniendo todos sus esfuerzos para favorecer a Fernando. Parece que también prominentes judíos de Castilla y de Aragón esperaban de mejorar la situación de su comunidad apoyando el matrimonio entre Isabel y Fernando, ya que este último, por vía materna, había heredado sangre judía. Pero muy probablemente, y a pesar de su joven edad, Isabel tomó su decisión por sí misma, la decisión más deseable para su codicia de poder.

“Juan II de Aragón y su hijo Fernando no estaban en una posición que les permitiese negociar por lo tanto ella podía esperar de dictar todas las condiciones del acuerdo según sus propios términos” concluye Elliott. “El contrato de matrimonio era claro en esto: Fernando habría tenido que vivir en Castilla, luchar por la princesa y tener un papel secundario en el gobierno castellano” mientras habría mantenido total autoridad sobre la corona de Aragón. “Los términos probablemente eran humillantes, pero un rechazo estaba fuera de discusión. Lo que habría obtenido a cambio a Fernando no podía sino parecerle excepcional ya que sus necesidades eran urgentes. E Isabel sabía que habría podido contar con la experiencia política del padre de Fernando en un momento en el que necesitaba toda la ayuda posible” para luchar contra su sobrina, supuesta hija de su medio hermano, y sus patrocinadores.

En aquel entonces, el reino de Aragón, cuya ciudad más importante era Barcelona, estaba atravesando una etapa muy difícil económica y políticamente. Juan II de Aragón y conde de Barcelona, el padre de Fernando, tenía que hacer frente a la revolución catalana (por razones de sucesión) y su reino estaba experimentando una profunda crisis económica. Juan II estaba tratando de mantener sus posesiones en la península e islas itálicas, enfrentándose a la contienda con la república de Génova por el dominio del comercio mediterráneo, a las luchas entre la clases alta y media de las ciudades catalanas, y se encontraba ante una devastadora crisis rural debido a la fuerte disminución de la población causada por la peste negra que había golpeado duramente la campiña. El campesinado – probablemente la mayor parte de la población catalana – se estaba sublevando contra la nobleza catalana y la aristocracia contra el rey. Y Juan II tenía que hacer frente también a las ambiciones expansionistas de Luís XI de Francia. “Con recursos inadecuados para hacer frente a todas estas amenazas, su más grande esperanza apoyaba en la asistencia de Castilla y asegurársela se volvió el principal objetivo de su diplomacia”, relata Elliott.

Los meses cruciales llegaron entre el 1468 y el 1469 cuando Enrique IV de Castilla, después de un acuerdo previo con su media hermana, reconoció a Isabel como su heredera determinado a casarla con el rey de Portugal, pero en 1469 Isabel se casó con Fernando de Aragón. Enrique IV trató de retractarse, pero ya era demasiado tarde. Como consecuencia, los primeros años de matrimonio fueron dedicados por la joven pareja a reforzar el sentimiento isabelino entre la población y en las ciudades, y a tratar de asegurar una reconciliación con el rey. Y apenas murió su medio hermano en 1474, Isabel se autoproclamó reina de Castilla.

Reino de Aragón.

La crisis económica de Aragón: la clase alta catalana contra el pueblo catalán. Mientras muchos de los factores de crisis durante el reinado de Juan II – y luego durante el gobierno de Fernando – concernían a las luchas de poder entre los más ricos y poderosos, innegablemente en Aragón había una guera de clase en progreso. En las zonas urbanas los artesanos, los medianos y pequeños comerciantes luchaban para ganar el control municipal y hacer respetar los derechos, libertades y usanzas otorgadas a la gente de Barcelona y obtener una devaluación monetaria y medidas de protección contra los Ciutadans honrats, la aristocracia urbana, y algunos mercaderes ricos que vivían y se comportaban como los nobles, la alta burguesía.

En el campo la situación era aun más dramática. El reino de Aragón había sido particularmente golpeado por la peste negra que había diezmado la población creando una severa declinación de la mano de obra en las áreas rurales. Se calcula que entre 1347 y 1497, Cataluña perdió el 37% de su población. Este hecho no sólo afectó profundamente a la gente del campo, sino al abasto de alimentos y las finanzas de la nobleza y de clase alta catalana que no querían renunciar a sus privilegios y deseaban imponer una carga más pesada sobre los agricultores y campesinos a través de la reintroducción y el fortalecimiento de los así llamados Malos Usos para evitar una caída de sus niveles de vida.

Las obligaciones impuestas por los Malos Usos estaban relacionadas a los Ius Maletractandi, los derechos feudales aprobados por la corte catalana un siglo antes. Estas costumbres habían provocado innumerables levantamientos de agricultores, ya que los campesinos, ya duramente golpeados por la peste, la muerte, la escasez de comida y la pobreza, tenían también que encargarse de las pretensiones de la aristocracia.

Al inicio de su reinado Juan II de Aragón – y principalmente porque se encontraba a menudo en un conflicto de intereses con la clase noble – se declaró de la parte de los artesanos, los pequeños mercaderes y el campesinado, pero al final la aristocracia catalana ganó. El rey fue prácticamente forzado a firmar la Capitualación de Vilafranca, cediendo poder a los más ricos. La historiadora barcelonesa Carme Battle i Gallart escribió que desde ese momento en adelante “Cataluña se quedó en las manos de los nobles y de la oligarquía que habría actuado contra el campesinado y contra los intereses de la pequeña burguesía”.

Los Malos Usos (Mals Usos en catalán) en vigor en el reino de Aragón – y en otras partes de Europa – penalizaban duramente la herencia entre los campesinos y su libertad de abandonar las tierras feudales sin pagar una remuneración al feudatario, un uso (‘ley’) que afectaba también a sus esposas y sobre todo a los hijos de la pareja. Entre otras cosas los Malos Usos otorgaban al señor feudal el derecho de confiscar los bienes de la pareja cuando una ‘esposa’ había cometido adulterio: mitad de los bienes cuando la mujer había obtenido el permiso de su marido; todos los bienes si lo había cometido sin su consentimiento; además establecían reglas sobre la producción de bienes y alimentos y demandaban la provisión de trabajos arbitrarios no remunerados, como la obligación de las mujeres lactantes de trabajar como nodrizas, dando de lactar a los hijos de los nobles, entre otras inhumanas y humillantes reglas de servidumbre.



Hoy en día muchos catalanes idealizan el desaparecido reino de Aragón y creen que Cataluña fue y sería un lugar mejor para vivir si la soberanía estuviera en las manos de líderes catalanes: las guerras de clase entre ricos y pobres durante el reino de Aragón deberían demostrar no solamente que esas son ideas que no corresponden a la realidad, sino además, que son propaganda independentista interiorizada.

El reino de los Aragón-Trastámara. En la escuela nos enseñan que la unión entre Aragón-Cataluña y Castilla y el sucesivo nacimiento de España tuvieron lugar con los reyes católicos, pero muchos catalanes evidencian que la unión y ‘ruina’ de Cataluña comenzó unos decenios antes, cuando una dinastía castellana, a la que Fernando el católico pertenecía, empezó a reinar en Aragón. En parte es verdad, pero solo parcialmente.

La línea paterna medieval de los reyes de Aragón de la casa de Barcelona se había interrumpido bruscamente en 1410, con la muerte de Martín I el Humano. Martín I había tratado de legitimizar a su nieto ilegítimo pero no encontró el apoyo que necesitaba entre la élite aragonesa. Después de su muerte, por dos años, seis contendientes compitieron por el trono de Aragón y en 1412 el problema de la sucesión fue resuelto por las instituciones aragonesas con el Compromiso de Caspe, que ponía en el trono a una rama de la casa castellana de los Trastámara. Por lo tanto, desde los tiempos del ascenso de Fernando I de Antequera en 1412 (abuelo de Fernando el católico), las coronas vecinas de Castilla y Aragón fueron gobernadas por dos ramas de la misma familia dinástica germano-castellana. Pero no es que Fernando I fuese un total extraño para Aragón, era el hijo de la hermana del rey fallecido Martín I, Leonor de Aragón, reina de Castilla por matrimonio. Fernando de Trastámara era el pariente más cercano del difunto rey y fue elegido por las elitistas instituciones aragonesas según el estado de derecho local tan amado y sobrestimado por los catalanes independentistas. Por lo tanto afirmar que Fernando I era un agente completamente ajeno a la familia dinástica aragonesa, hoy debería resultar embarazoso y sexista, como debería parecer reaccionario focalizarse en factores históricos dinásticos y en instituciones medievales.

¿Fueron los castellanos Trastámara tan malos para el pueblo catalán y aragonés? La historia, como nuestras sociedades contemporáneas, nos demuestran que los súper ricos al final piensan en su bienestar, en mantener sus privilegios y comodidades, ese confort que perderían sin los que se encuentran debajo económicamente. Pero la respuesta a tal pregunta depende del lado en el que uno se encuentraba. Por ejemplo si analizamos lo que pasaba en el reino de Aragón durante las guerras de la nobleza contra los campesinos y pequeña burguesía, la respuesta sería un moderado no. De hecho los aragoneses de la casa de Trastámara, tendencialmente se opusieron a las pretensiones de la nobleza que quería regresar a los Malos Usos imponiendo a la gente condiciones de servidumbre más duras – abusos que habían comenzado en la primera décadas del año 1000 d.C., durante la así llamada revolución feudal, cuando la clase aristocrática local había decidido de apoderarse de las tierras de los campesinos y de someterlos a la servidumbre.

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Antes del reinado de Juan II de Aragón habían habido tentativas de parte de la corte real de eliminar este sistema pero la nobleza se había opuesto. Su determinación de prolongar las reglas de servidumbres fue parcialmente frustrada por el hijo de Juan II, el famoso rey católico Fernando II, con la Sentencia Arbitral de Guadalupe, aunque para los agricultores y campesinos en realidad habían pocos motivos para estar contentos ya que habrían tenido que remunerar cuantiosamente a los señores feudales para liberarse a sí mismos y a sus familias de muchas de aquellas usanzas. Sin embargo, Fernando II de Aragón abolió el derecho de maltratar y otros abusos territoriales menores. Por consiguiente, si nos focalizamos y lo que nos interesa es el bienestar y los intereses de la gente, podemos ver claramente que los aragoneses de Trastámara fueron ‘más benévolos’ con la gente que la aristocracia aragonesa y catalana – a pesar de que la razón fue principalmente su relación conflictual con la nobleza aragonesa que estaba siempre tratando de limitar los poderes monárquicos.

Los reyes y nobles: una familia enorme. A lo largo de la historia, una de las mayores características de la aristocracia ha sido la manera en la que ha utilizado el matrimonio para hacer alianzas políticas. En este contexto la presencia de ‘elementos extranjeros’ dentro de las familias dinásticas ha sido siempre algo común, una práctica normal en toda Europa, como ha sido costumbre tener reyes, y sobre todo reinas, que habían nacido en otros reinos y pertenecían a otras dinastías. Por su desprecio hacia la plebe (no olvidemos que hoy diríamos ‘gente’), por un hecho de estatus y sangre, por la creencia de pertenecer a un grupo humano superior y por el deseo de mantener el poder para sí mismos, desde que aparecieron las familias dinásticas, y la nobleza en su totalidad, en la Europa medieval, se casaban solamente entre ellos y el reino de Aragón no era una excepción: Pedro IV de Aragón se casó con Leonor de Sicilia, Jaume I de Aragón con Isabel de Castilla y sucesivamente con Violante, hija del rey de Hungría, Alfonso II de Aragón, primer rey de la casa de Barcelona, se casó con Sancha de Castilla, solamente para citar algunos casos. Además, pero no menos importante, tampoco se puede decir que las familias que reinaban en Aragón fuesen ‘precisamente’ originarias del lugar.

(Fuente: Wikipedia).

Origen de Cataluña y Aragón. Después de la caída del Imperio Romano que siguió a las invasiones bárbaras, en la península ibérica, como en el resto del imperio romano occidental, se fundaron reinos germánicos. En gran parte de la península ibérica y en el suroccidente de Francia surgió el reino de los Visigodos, que luego de un par de siglos fue invadido por la familia musulmana Umayyad. Cuando los germánicos francos (1) que reinaban en la parte septentrional y central de Francia consideraron la presencia de los musulmanes un peligro para sí mismos, decidieron de apoyar la creación de una zona entre ellos y el califato islámico: la Marca Hispánica que se convirtió en la zona más meridional del Imperio Carolingio. Gobernado por vasallos francos, luego se habría convertido en el reino de Aragón, cuando los líderes francos locales (condes) decidieron declarar su independencia de los caronglios, lo que se cree que ocurrió en el condado de Barcelona en el 987 d.C.

Califato Omeya.

Por qué se llama reino de Aragón y no reino de Cataluña. Algunos historiadores usan ‘Casa de Aragón’ para indicar una dinastía que comenzó con Ramiro I, un miembro de la dinastía Ximénez o Jiménez que estableció el condado autónomo de Aragón, condado que más tarde se habría convertido en el reino de Aragón (1035-1707 d.C.). La familia Ximénez había reinado en el más antiguo reino de Pamplona (824-1162 d.C.) y muy probablemente era – excepcionalmente – una familia dinástica íbero-vasca. Los Ximénez llegaron a dominar distintas áreas, inclusive en Castilla, mientras el territorio de Cataluña estaba bajo el gobierno de los condes francos.

Península ibérica a comienzos del siglo X (fuente: Wikipedia).
La Marca Hispánica.

La casa reinante de Barcelona descendía en cambio, de los bellónidas, que eran condes que descendían del godo Belló o Bellón de Carcassona, quien había gobernado parte del actual territorio meridional francés y Cataluña en los siglos noveno y décimo. Wilfredo el Velloso, su nieto más famoso, fundó la casa de Barcelona y reinó sobre el homónimo condado desde el 878 d.C. Dos siglos más tarde, el reino de Aragón y la casa de Barcelona se unieron.

En 1137, Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, de treinta y siete años, se casó con Petronila de Aragón, de catorce años de edad, y el condado de Barcelona y el reino de Aragón fueron unificados bajo una sola dinastía, creando lo que los historiadores modernos llaman la Corona de Aragón. Con ellos comenzó a reinar la casa de Barcelona.

Seamos claros. A excepción de la familia Jiménez o Ximénez, que muy probablemente era originariamente de origen íbero-vasco, los Trastámara y la casa de Barcelona eran familias dinásticas francas (germánicas). Los Trastámara pertenecían a la casa de Borgoña, una rama cadete de la dinastía capeta descendiente del hijo más joven de Roberto II de Francia: una de las familias dinástica más poderosas que han reinado en Europa. En este punto es importante recordar que estamos hablando de las clases dominantes: la población de Aragón , Valencia y de Cataluña (o sea del reino de Aragón), como la población de Castilla, estaba compuestas por todas las etnias y grupos culturales que habían vivido allí, en el territorio, en el transcurso de la historia.

¿Cuándo los catalanes comenzaron a considerarse catalanes? Posiblemente una cultura distintiva catalana comenzó a desarrollarse en la edad media bajo los gobiernos de los condes francos. Algunos estudiosos sostienen, sin poder demostrarlo, que a partir del siglo VIII ya existía una lengua catalana. Lo cierto es que el primer texto enteramente en dicha lengua es el Greuges de Caboet, escrito entre 1080 y 1095, mientras que la primera referencia a Cataluña y a los catalanes aparece en el Liber maiolichinus des gestis Pisanorum illustribus, una crónica de la conquista de Menorca contra los musulmanes llevada a cabo por fuerzas conjuntas itálicas, catalanas y occitanas, escrita alrededor del 1120 d.C.

Hispania bajo el Imperio Romano.

Antipatía e hispanidad. En ese entonces, parece que “ya existía una antipatía mutua entre catalanes y castellanos, pero había también una aspiración intelectual hacia una unión. A pesar de que los nacionalismos eran fuertes, el aumento de los contactos con el mundo exterior dio a los nativos de península ibérica un sentimiento de ser ‘españoles’ ” escribe John Elliott. El historiador alemán Richard Konetzke ha resaltado que la palabra Hispania era de uso común en la edad media para indicar a la península como una unidad geográfica. En aquellos años la gente de Aragón y de Valencia habrían pensado de sí mismos, geográficamente hablando, como a habitantes de España, y los marineros del décimo quinto siglo, a pesar de venir de distintos reinos de la península, habrían hablado de ‘regresar a España’. “En ciertos círculos también existía un concepto histórico que derivaba de la antigua Hispania romana: una visión de un tiempo en el que la península no estaba dividida en muchas provincias, sino solamente en dos, unidas bajo Roma. Este concepto de Hispania (2) era particularmente querido en un grupo de humanistas que se reunía alrededor del Cardinal Margarit de Gerona, canciller del padre de Fernando II el católico, Juan II de Aragón, en sus últimos años” escribe Elliott.

Después de los reyes católicos, los catalanes mantuvieron su organización política y sus tradiciones todavía por algunos siglos más. Las tres generaciones de los Trastámara que reinaron en Aragón respetaron las instituciones y las costumbres catalanas, aunque es innegable que desde el reino de Fernando II de Aragón, marido de Isabel, el centro de la atención se volvió Castilla, principalmente a causa de los descubrimientos de Colón y mientras la fama y la economía de Castilla florecían, el reino de Aragón declinaba. Pero no fueron los Aragón-Trastámara, sucesores de las casas de Aragón-Pamplona y Aragón-Barcelona, los que pusieron fin a los usos e instituciones catalanas, tampoco los germánicos Austria-Habsburgo que reinaron sobre España y su imperio a partir del 1500 d.C., sino otra dinastía franca-capeta: los Borbones, otra rama dinástica de la casa de Francia. De hecho fue en 1716 cuando los Borbones, reyes de España hasta el día de hoy, abrazaron el modelo monárquico francés y abruptamente terminaron con el estatus semi-autónomo de los catalanes.

Notas:

1-Los francos, uno de los pueblos germánicos que invadió el Imperio Romano. Se establecieron en la zona septentrional y central de Francia, donde fundaron su reino. Hacen parte – directamente – de este grupo ‘tribal’ germano tanto la casa dinástica de Barcelona como la de los Borbones. Y también los Trastámara, originariamente pertenecientes a la tribu germánica de los borgoña (Burgundionum), anexados sucesivamente por los francos.

2- Hispania era el nombre dado por los romanos a la península ibérica, hoy dividida entre Portugal y España.

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